Situada prácticamente en el centro geográfico de la campiña sevillana entre Carmona, Utrera, Morón, Écija, Arahal y Paradas, la silueta de Marchena se nos aparece en el horizonte con su figura recortada de las torres y campanarios de sus soberbios monumentos.
El municipio se localiza en el cuadrante sudoriental de la provincia de Sevilla, dentro de la comarca de la Campiña. El núcleo principal se asienta sobre una colina de 132 metros de altitud, que se destaca sobre la amplia llanura circundante.
La presencia del hombre en estas tierras se remonta hasta la Edad del Bronce, existiendo restos arqueológicos que así lo atestiguan, datándose yacimientos paleolíticos y neolíticos, entre los que destaca el asentamiento de Montemolín.
En época romana presuntamente fue una pequeña villa de escasa población. Con la llegada de los musulmanes Marsen´ah, que es el nombre que pasó a tomar Marchena, alcanza un gran desarrollo urbanístico siendo amurallada (siglos XI-XII).
Fue reconquistada para los cristianos por el rey de Castellano-leonés, Fernando III “el Santo”, un 20 de enero de 1240. A partir del año 1309 Marchena pasará a ser una villa de señorío, cuando Fernando IV la concede en juro de heredad a la familia Ponce de León. Fue capital del Ducado de Arcos, desde la cual los Ponce de León dirigían todo su señorío (durante más de quinientos años: del siglo XIV al siglo XIX). Fruto de esa relación y de su estatus de villa de señorío, Marchena cuenta con un Patrimonio Histórico-Artístico muy relevante, no en vano fue declarado conjunto histórico-artístico en 1966 contando con gran número de edificios civiles y de iglesias cargadas de valor artístico.
